
Por: Natalia Chávez Foto: cortesía Disney+
Pocas personas, y celebridades, son tan honestas y transparentes como Ebon Moss-Bachrach. Después de todo, el actor nunca buscó la fama. Eso lo sigue dejando muy claro y es probablemente, lo que lo hace un personaje tan genuino en una industria llena de apariencias y poses. Sentado en la Ciudad de México, con toda sinceridad y sin dudarlo, dice: “abrir un restaurante me parece una idea tan poco práctica, tan estúpida en general”. Y es que la industria de la gastronomía es un mundo tan rudo que quienes lo buscan, y sueñan, realmente tienen vocación de servicio y entrega. Uno podría decir que Ebon tiene mucho del gruñón de Richie, personaje que interpreta en The Bear, la serie ganadora del Emmy, o bien, del neoyorquino que es.
El intérprete de Girls, inició en la actuación por un deseo genuino de entender la psicología y el desarrollo del personaje; no por un reflector. Originario de Nueva York, Moss-Bachrach estudiaba historia en Columbia y tras una sencilla clase de inducción a la actuación, le cautivó la profundidad de indagar en las motivaciones de cada personaje. Al terminar la universidad continuó su formación en William Esper Studio para mejorar su técnica actoral y con esta auténtica curiosidad por el arte, hizo una carrera en el teatro fuera de Broadway. Si bien The Bear lo llevó al mainstream, él ya tenía una prolífica carrera en los escenarios.

Tengo mucho respeto y mucha gratitud hacia la gente en la industria que tal vez no tenía antes”
- Ebon Moss-Bachrach
En el último episodio de la tercera temporada de esta serie situada en Chicago, grandes chefs como Rosio Sanchez, Grant Achatz, Christina Tosi y Anna Posey se sientan en la mesa con Sydney (Ayo Edebiri) compartiendo relatos sobre los mentores que los acompañaron y guiaron para llegar a donde están. Cuando Ebon piensa en esa escena, recuerda a quienes lo inspiraron profundamente. “Recuerdo la primera obra en la que estuve, When They Speak of Rita, con un increíble dramaturgo llamado Horton Foote”, cuenta Ebon. “Él tenía 84 años y era un maravilloso director que realmente me ayudó y guió”, continúa. “También pienso en mi primera película, con Gene Wilder, quien también fue un increíble maestro para mí. Tuve grandes mentores muy temprano en mi carrera –yo tenía como 20 años y ellos estaban al final de sus carreras–, así que no solo me enseñaron, sino que, por la sola virtud de estar, me inspiraron a saber que podía hacer una vida con este trabajo”.

Con ese antecedente, Moss-Bachrach continuó trabajando en el teatro, sin buscar reconocimientos, sino personajes complejos. Fue haciendo papeles en cine y televisión a la par y uno de los más reconocidos en la pantalla es Desi de la serie Girls de HBO, que sin duda, lo puso en el mapa de las celebridades, pero nada se compara con el impacto de Cousin Richie. Ambos personajes son una especie de antihéroe, cuestionables, y hasta odiados, pero con múltiples capas que llevan a una evolución enorme.
Desde el primer día en el set, The Bear, lo remitió a su época teatral. Tener un espacio reducido en la cocina del restaurante, “con muchas cosas sucediendo, sin duda se sintió familiar”, describe el actor de 48 años. “En términos de la naturaleza del ensamble y la cacofonía de las escenas, es una serie que necesita un montón de ensayos para resolver todas las partes en movimiento. Hay cuchillos por todas partes, hay llamas abiertas, hay muchas cosas calientes pasando y encima, están las cámaras y la gente sosteniendo luces”, explica. “En la serie todos necesitan trabajar en sincronía con los demás. Eso para mí es muy, muy parecido a la experiencia de hacer obras”.



Para evitar accidentes en la cocina, detrás de cámaras han estado los chefs Courtney Storer y Matty Matheson como consultores culinarios. Como verdaderos cocineros, han estado involucrados en la serie desde el día uno para ponerle orden al caos que es el estresante ambiente laboral dirigido por el chef Carmy (Jeremy Allen White). Una de las cosas que hace a esta serie tan exitosa es la precisión con la que retratan la tensión y la angustia que puede permear en los restaurantes cuando crecen las órdenes, se calientan los ánimos y se llena el tanque de todos.
“Esta producción no sería lo que es sin Matty Matheson y ciertamente Courtney Storer, ambos han sido tan generosos transmitiendo su experiencia con la hospitalidad y con la cocina”, relata Ebon. Sus corazones realmente vienen de un lugar de querer cuidar a la gente, lo cual no es cierto para todos en la industria de los restaurantes”, advierte, “pero ellos son ángeles, con su conocimiento y amabilidad”. Tan crudo como es, el actor de Andor asegura que “el programa sería un asco sin ellos” y que para él, es algo invaluable poder llamarlos amigos.


Tan repudiable como es Cousin Richie en la primera temporada, es el personaje con la redención más grande en la segunda temporada cuando lo vemos cantando Love Story de Taylor Swift, hasta el momento clave en que decide tener un propósito y entregarse a los demás.
Antes ajeno a la industria restaurantera, Ebon ha tenido todo un viaje a las entrañas de la hospitalidad y la cocina. “No puedo decir que tengo empatía por quienes trabajan en esto porque solo actúo como en un programa de televisión”, aclara. “No he pasado miles de horas en la cocina para poder decir que empatizo con estas personas, sin embargo tengo mucho más comprensión de lo que se necesita para construir un restaurante y tratar de tener éxito”, agrega.
Las probabilidades están tan en contra de ti si abres un restaurante y es una idea tan poco práctica, tan estúpida en general que el impulso para hacerlo es realmente, para muchas personas, un deseo desinteresado de alimentar y cuidar de la gente”,
reflexiona Ebon en entrevista con MexBest.
“Así que tengo mucho respeto y mucha gratitud hacia la gente en la industria que tal vez no tenía antes”, dice en uno de esos ejercicios de transparencia que tanto le caracterizan.

Pero tal vez, el viaje más grande de Ebon con Richie ha sido hacia sus propias entrañas.
Él (Richie) y yo somos ambos, ya sabes, tipos de cuarenta años que van a la mediana edad, pasando por ciertos cambios”.
“Hay un punto en que miras alrededor y el mundo es quizás un poco menos reconocible. Los lugares que te gustaban van desapareciendo. Pierdes amigos. Pierdes familia. Así que es una especie de transición, una parte confusa de la vida”, detalla.
Esta es una parte de la vida en la que te conoces a ti mismo potencialmente mejor, al tiempo que ves lo impotente que eres en el mundo y cuánto cambian las cosas”.
Richie es tal vez, el personaje más querido de la serie, justamente por este desarrollo y vulnerabilidad. “Es una representación bastante honesta de alguien golpeado, tratando de pasar por su vida, pues no es lo que él pensaba que sería”, reflexiona. “Está tratando de reconciliarse con sus esperanzas, sueños e ideas. Pero es alguien que todavía puede aferrarse a los sueños y tiene algo por lo que luchar. Al final, Ebon también es un optimista: Eso es muy importante. Cuando veo una película o serie, eso es lo que quiero ver: alguien sabe lo que quiere y lucha por ello”.




Se acaba el tiempo de entrevista y lanzo: “¿Entonces qué has aprendido de ti mismo con Richie?” Se sonroja, voltea al piso, cabila y después de una pausa como de quien busca las palabras, se toma un tiempo en responder, sonríe y entre risas responde: “Eso es algo que no voy a compartir”. Excepto que ya lo hizo.