Nota a Maximiliano Guerra, periodista gastronomico uruguayo, en cafeteria en Montevideo, ND 20240401, foto Leonardo Maine - Archivo El Pais

Maxi Guerra: el narrador detrás de Gastropolítica

Desde Montevideo hasta Ciudad de México, pasando por los escenarios de España y Argentina, Maxi Guerra ha hecho de la gastronomía una herramienta de pensamiento y emoción. Su podcast, Gastropolítica, se ha vuelto referencia por su sensibilidad, humor y profundidad narrativa.


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Cuando uno escucha Gastropolítica, hay algo inmediato que lo distingue del resto: la voz de Maxi Guerra no sólo narra, sino que nos guía por paisajes históricos, anécdotas invisibles y conexiones culturales inesperadas, con la comida como hilo conductor. Es, en palabras del propio autor, “un ensayo sonoro con mucho café de por medio”.

Para Maxi, la cocina no fue una casualidad. Fue un destino atravesado por sus raíces multiculturales, italianas y libanesas, que dieron forma a una infancia marcada por la sociabilidad de la mesa, los relatos familiares y el ritual del café.

“Mi trabajo central es la levedad. Hacer livianas historias densas”, dice con una sonrisa, consciente del poder de las palabras bien cocinadas.

Foto: Cecilia Niche

La infancia como semilla narrativa

MexBest (MB): ¿Qué papel jugaron tus raíces en tu manera de narrar a través de la comida?
Maxi Guerra (MG): Completamente determinante. Por el lado paterno, mis abuelos tenían un bar de barrio que también era almacén y centro social. Eso me marcó. Y del lado materno, la mezcla de cocina libanesa y uruguaya hacía que todo girara en torno a la mesa. Desde chico entendí que la comida no era sólo alimento, era comunidad. Eso me sigue guiando.

“La cocina fue mi primer lenguaje emocional. Ahí aprendí a escuchar, a observar y a contar.”

Una Moka, el Véneto y el origen de Gastropolítica

La formación formal llegó después. Estudió cocina en Uruguay, pero su etapa clave fue en Italia, donde se especializó en la cocina regional del Véneto. Fue ahí donde descubrió que no existe “una” cocina italiana, sino miles de microcosmos, incluso en conflicto entre sí. También fue ahí donde nació su obsesión por el café y, en particular, por la cafetera Moka, que se volvió ícono de su podcast.

MB: ¿Qué aprendiste en Italia que cambió tu manera de narrar?
MG: Entendí que la cocina es fragmentada, contradictoria, y eso me fascinó. La Moka se volvió un símbolo porque une mi historia personal con lo sensorial, lo íntimo, lo cotidiano. Es mi disparador favorito.

Del dato a la emoción: cómo se arma un episodio

Cada entrega de Gastropolítica parte de una historia. A veces nace de una idea que lo obsesiona, otras de una sorpresa: “el episodio sobre la carne de ballena en Japón me encontró a mí, no al revés”. Maxi combina referencias de literatura, cine, historia y música, cuidando que la investigación nunca opaque la experiencia del oyente.

MB: ¿Cómo lográs ese equilibrio entre rigor e intimidad?
MG: Trabajo mucho, leo muchísimo, pero no quiero que se note. El humor me ayuda a romper la solemnidad. Me burlo de mí mismo, de lo que sé, de lo que no sé. No quiero dar cátedra. Quiero generar entusiasmo.

Foto: Germán Luongo

Fidel Castro, helado y las mejores historias

Algunas de sus mejores historias aparecen en lugares insólitos. La anécdota de Fidel Castro y el helado, por ejemplo, no la encontró en un libro de cocina, sino en uno sobre la mafia italoamericana y la revolución cubana.

MB: ¿De dónde surgen esas perlas narrativas?
MG: De buscar en donde no se supone que estén. Las historias están donde menos lo esperás: en una novela, en un documental, en una conversación cualquiera. La cocina es un salpicón cultural.

Del estudio al escenario

Llevar Gastropolítica al formato en vivo fue un reto. Su podcast no es conversacional ni improvisado. Requiere estructura, edición y ritmo. Por eso decidió convertirlo en una charla sensorial, con alimentos o bebidas que sirven como punto de partida.

MB: ¿Cómo es esa experiencia en vivo?
MG: Es un viaje distinto. No replico el podcast, lo reformulo. En cada presentación hay un disparador sensorial, un café, un pan, un chocolate, que me ayuda a construir la narrativa. Así lo he hecho en Uruguay, Argentina, España… y ahora en México.

Festival Sonora

Influencias e inspiración

Aunque uno podría asumir que sus principales referentes están en el mundo foodie, Maxi confiesa que su mayor inspiración vino del cine documental. En especial, del corto brasileño La isla de las flores, que vio cuando era estudiante de cine.

MB: ¿Qué te dejó ese cortometraje?
MG: Me voló la cabeza. Un tomate explica la historia de la economía mundial y las injusticias humanas. Me enseñó que el humor, el montaje y el ritmo pueden contar cosas muy serias sin solemnidad. Eso es clave para Gastropolítica.

Lo que viene: Madrid, libros y más

En puerta tiene el lanzamiento de Dietario Disperso: Madrid, una miniserie de tres episodios con reflexiones de su más reciente viaje. Después llegará la tercera temporada de Gastropolítica. Y más adelante, su primer libro.

MB: ¿Cómo será ese libro?
MG: No quiero que sea una transcripción del podcast. Quiero que tenga vida propia. Su ritmo, su lógica, su manera de hablar. Será una nueva forma de contar desde la gastronomía, pero con papel y tinta.

“Gastropolítica no es sobre comida. Es sobre lo que la comida puede contar de nosotros.”

Maxi Guerra no cocina para cámaras, ni busca viralidad. Cocina historias, con fuego lento y con voz clara. Y en un mundo saturado de ruido, eso es, sin duda, un lujo.

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