La hospitalidad no es solo “ser amable”. Es un conjunto de decisiones, tiempos y detalles que hacen que alguien se sienta cuidado de principio a fin: al reservar, al llegar, durante la experiencia y al despedirse. En corto: servicio es lo que haces; hospitalidad es cómo haces sentir.
Will Guidara —ex copropietario de Eleven Madison Park y autor del bestseller Unreasonable Hospitality— resume la hospitalidad como el arte de hacer sentir extraordinariamente bien a las personas, más allá de cumplir un protocolo. Su libro (2022) reventó la burbuja del “servicio correcto” y convirtió la personalización —a veces exagerada, siempre significativa— en un estándar aspiracional dentro y fuera de la restauración.

Definición clara y rápida
Hospitalidad es la capacidad de anticiparte a las necesidades de una persona y generar bienestar emocional (no solo funcional). Implica leer el contexto, personalizar y cerrar cada interacción con la tranquilidad de que todo quedó resuelto.
“What nicer thing can you do for somebody than make them breakfast?” — Anthony Bourdain.
La frase, citada en una entrevista donde usa el desayuno como símbolo de cuidado simple y sincero, ayuda a entender la esencia de la hospitalidad: acciones pequeñas con gran impacto emocional.
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El marco de Guidara: “hospitalidad desmedida”
Guidara llama “hospitalidad desmedida” (unreasonable) a ir más allá de lo esperado para crear momentos memorables y personales. No se trata de gastar por gastar, sino de detectar deseos reales y sorprender con gestos simples pero emocionalmente potentes. El ejemplo que lo cambió todo: en su propia sala, detuvo el servicio, salió a la calle a comprar un hot dog de 2 dólares para una mesa que lamentaba no haber probado uno típico de Nueva York… y lo sirvió con vajilla de alta cocina. Desde entonces, su norte fue claro: hacer sentir especial a cada persona, a su manera.

Servicio vs. hospitalidad (y por qué no son lo mismo)
En el lenguaje de Danny Meyer, servicio es la entrega técnica del producto; hospitalidad es cómo esa entrega hace sentir a la persona. Incluso lo resume con dos preposiciones: la hospitalidad está presente cuando algo sucede para ti y ausente cuando sucede a ti; además, el servicio tiende a ser “monólogo”, mientras que la hospitalidad es diálogo con el huésped.

Cómo se ve la hospitalidad en la vida real
- En un hotel, se nota cuando el check-in fluye sin fricción, el wifi ya está listo y hay un detalle que demuestra memoria (preferencias, ocasión especial).
- En un restaurante, cuando registran alergias, adaptan el ritmo de los platillos al paso de la mesa y la cuenta llega sutil, sin interrumpir.
- En un bar o lounge, cuando te sugieren algo según tu ánimo (“algo fresco, bajo en alcohol”) y siempre hay agua sin pedirla.
- En un spa, cuando la temperatura de la cabina, la música y la presión del masaje se ajustan a ti, no al protocolo.
Cómo se entrena la hospitalidad
La técnica se enseña con procesos; la intención se modela y se contrata. Se seleccionan perfiles con curiosidad y empatía, se crean marcos de libertad responsable (no todo se resuelve con un manual) y se retroalimenta con ejemplos concretos de lo que sí es hospitalidad.

Tropiezos frecuentes
- El script sin alma (todo correcto, nada memorable).
- El sobreservicio (invadir tiempos o vender de más).
- Prometer y no cumplir (rompe la confianza).
- El trato desigual (VIP a unos, indiferencia al resto). La hospitalidad es consistente.
Mantra para recordar
Hazlo fácil, hazlo personal, hazlo memorable. Si al final la persona se va pensando “pensaron en mí”, hiciste hospitalidad.


