Samantha Guzmán: la mujer detrás del éxito de Chobani en México

Con dos décadas en el mundo del consumo masivo, Samantha Guzmán no solo lidera una de las marcas más influyentes de yogurt en México, también redefine lo que significa hacer negocios con empatía, propósito y excelencia.


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En un mercado tan competitivo como el de alimentos y bebidas, pocas marcas logran equilibrar calidad, accesibilidad y conexión humana como lo hace Chobani. Detrás de ese éxito en México está Samantha Guzmán, una líder que combina disciplina, sensibilidad y visión estratégica. Su carrera, marcada por una obsesión por aprender y una amabilidad que trasciende cargos, refleja una nueva forma de liderazgo en la industria: más humana, más congruente, más poderosa.

“Mi trabajo central es la levedad. Hacer livianas historias densas”, dice con una sonrisa, consciente del poder de las palabras bien cocinadas.

Foto: Cortesía

Samantha Guzmán: liderazgo que transforma desde la raíz

Hace poco más de tres años, Samantha Guzmán tomó una de las decisiones más desafiantes de su carrera: liderar desde cero el lanzamiento de Chobani en México. Con más de 20 años de experiencia en consumo masivo, especialmente en alimentos, esta mercadóloga sabía que no se trataba solo de posicionar un producto, sino de construir una marca con propósito en un país con hábitos y realidades muy distintas a los de Estados Unidos.

“Ha sido la experiencia más retadora y enriquecedora que he tenido”, dice con franqueza. Desde establecer la compañía y formar al equipo, hasta adaptar la oferta al paladar mexicano, todo fue una curva de aprendizaje constante.

“Todo negocio es un negocio de personas, y conectar con ellas hace toda la diferencia.”

Su estilo de liderazgo es tan meticuloso como empático. Samantha se describe como perfeccionista, pero no desde la rigidez, sino desde una búsqueda constante por lo extraordinario. Esa mentalidad la ha llevado a aprender de todo: desde supply chain hasta finanzas, áreas que no le eran naturales como mercadóloga, pero que hoy domina para tomar decisiones más informadas y estratégicas.

Y si hay algo que la distingue, es su convicción de que la amabilidad no solo es deseable, sino estratégica. En su visión, ser amable abre puertas, facilita aprendizajes y construye vínculos duraderos.

Chobani, más que yogurt

“En Chobani no hay copy-paste. Lanzar la marca en México fue empezar desde cero, y eso ha sido un MBA en la vida real.”

En la cultura interna de Chobani, esa filosofía se vive desde el primer día. “No somos un corporativo frío ni distante”, comenta. Quienes entran al equipo lo describen como un lugar cálido, donde la empatía se siente tanto como se predica. Y esa coherencia es clave: “Lo que dice la etiqueta, lo que hay en el producto y lo que somos como equipo tiene que estar alineado”, afirma con firmeza.

Lo mismo aplica al producto. Un dato que la sorprendió al llegar a Chobani fue que para hacer una sola copa de yogurt se utilizan tres vasos de leche, gracias a su proceso tradicional de colado. Esa calidad, explica, no solo lo diferencia en sabor y textura, sino también en percepción. “Me rompió muchos paradigmas como mercadóloga”, dice. “Hay personas que hacen un esfuerzo real por comprarlo porque valoran lo que representa”.

“Lo que dice la etiqueta, lo que hay en el producto y lo que somos como equipo tiene que estar alineado.”

Y si bien la marca nació en EE.UU., el consumidor mexicano ha demostrado tener su propia voz. “El boom de los bebibles fue impresionante”, cuenta. En contraste con Estados Unidos, donde representan una fracción del mercado, en México casi alcanzan el 50%.

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Un legado de acceso y transformación

Pero más allá de los logros comerciales, a Samantha le interesa dejar un legado con impacto real:

“Quiero que cualquier mexicano, en cualquier lugar del país, tenga acceso a nuestros productos. Democratizar la calidad, ese es mi legado.”

Para lograrlo, predica con el ejemplo. “Yo no me invento cosas, si no sé algo lo digo y lo investigo”. Esa transparencia inspira a su equipo, que hoy suma casi 60 personas. “No hay nadie cuyo rol no importe”, dice con orgullo.

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Vocación construida paso a paso

Samantha no siempre soñó con ser CEO. De hecho, en algún momento quiso estudiar biología marina, hasta que un programa de TV sobre comerciales cambió su rumbo. Ahí nació su fascinación por el marketing y el poder de las marcas para transformar hábitos sociales.

Esa curiosidad sigue intacta. Cuando no está en juntas o viajando por trabajo, le gusta caminar, hablar con la gente y observar lo que ocurre en otras latitudes. “Todo eso me inspira”, confiesa. ¿Su guilty pleasure? Un buen bolillo calientito, de panadería, con corteza crujiente y alma suave.

“No como muchos postres, pero un bolillo bien hecho, calientito… ¡me encanta!”

Y como era de esperarse, su día empieza con un Chobani. De vainilla con almendras o un bebible con 20 gramos de proteína, según la agenda. Porque incluso en los pequeños hábitos se refleja su filosofía: buscar siempre lo mejor… pero hacerlo con autenticidad.

“Chobani no nació para subirse a la tendencia de lo saludable. Nació de una verdad universal: a todos nos gusta comer bien.”

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