The Tryst Puerto Vallarta: el hotel ideal para una ‘gaycation’ sin drama (pero con mucho show)

Por: Lina Plancarte

Puerto Vallarta es, desde hace años, uno de los destinos queer más icónicos del mundo: Tiene mar, calorcito, fiestas sin reloj y una energía que no se disuelve ni con la marea. Y si hay un lugar que en definitiva sabe disfrutar es The Tryst Puerto Vallarta. Boutique, inclusivo, divertido y cero pretencioso. Aquí todo es una celebración, empezando por ti.

Ubicado en la Zona Romántica —a pasos de la playa, del muelle y de los antros más vivos—, The Tryst no finge que es inclusivo: lo es en cada detalle, en cada gesto, en cada canción que suena en la terraza. Aquí no hay que explicarse ni traducirse. Simplemente fluir.

The Tryst no trata de ser “gay-friendly”, es profundamente queer. No necesitas explicarte ni traducirte: aquí la diversidad no es consigna, es decoración, ambiente, playlist y actitud. 

Desde el momento en que cruzas la puerta, sabes que este hotel fue pensado por y para gente que quiere descansar, reír, bailar o simplemente ver atardeceres épicos con una piña colada en mano.

El diseño va entre lo tropical, lo relajado y lo retro-chic. Nada que parezca sacado de catálogo. Espacios donde sí quieres quedarte, donde da gusto tomarte algo y donde sí da el sol sin que te asfixie.

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Vogue, brunch, repeat

Y si hay algo que convierte a The Tryst en parada obligada, es su legendario drag brunch dominical, encabezado por Pelayo: diva drag, anfitriona y genia absoluta del entretenimiento. Pelayo no sólo presenta, transforma el domingo en la aventura de tu vida donde el glamour, el lipsync y las mimosas sin fondo se convierten en religión.

Entre números drags que van de Cher a Paulina, y bailes de mesa que terminan con aplausos espontáneos, el brunch se convierte en ese tipo de experiencia que cuenta como cardio, terapia y comunión espiritual. Sales con la panza llena, cantando, cubierto de glitter y tronando un abanico rosa como se debe: porque en este brunch, el drama también se aplaude.

Terraza, cócteles y microparaíso

La terraza con alberca es el corazón social del hotel: una mezcla precisa entre chill y fabulosidad. Música que acompaña sin invadir —a veces pop, a veces house, siempre on point—, tragos bien hechos y un ambiente donde las miradas se cruzan, las conversaciones fluyen y el mood es de “maybe te vuelvo a ver en Pride… o mañana en el desayuno”.

Y si el plan se alarga (lo cual es muy probable), las pool parties con DJs y la energía de rooftop tropical hacen lo suyo sin empujar de más. Todo sucede con esa suavidad de los lugares bien llevados: cuerpos bronceados, cocos frescos llegando como si supieran tu antojo, y un staff que no solo atiende: también baila, sonríe y se suma al mood como si fuera parte del playlist.

Nadie te ve raro si vienes en pareo, crop top o simplemente con buena actitud. No hay presión, no hay tensión. Solo esa vibra ligera que flota cuando la gente se siente libre.

Por si necesitas más razones (y acá las tienes)

Ubicación envidiable

Eventos semanales: helloooo trivia gay, karaoke temático, proyecciones de pelis queer, pool parties y miles de sorpresas (seguro te encuentras a algún ícono de la comunidad)

Staff verdaderamente inclusivo: amable, entrenado, y tan divertido como tú.

Pet friendly y bueno, en realidad, everything friendly: aquí el amor no se mide en pares.

The Tryst no solo te recibe: te celebra. Es un hotel que entiende que el descanso también puede tener ritmo, que el lujo no necesita corbata, y que una gaycation no está completa sin risa, show y libertad. Que viva el eterno Pride.

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